Enrique Avogadro: «La cultura transforma cuando se vuelve accesible, cercana y medible»


¿Qué es y qué tipo de políticas incentivan a una ciudad creativa? Desde la Red Nacional de Territorios Creativos entrevistamos a Enrique Avogadro sobre estas y otras temáticas.

Avogadro es consultor, divulgador y conferencista especializado en gestión cultural y creativa. Fue Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Viceministro de Cultura de Argentina, Subsecretario de Economía Creativa y Director del Centro Metropolitano de Diseño. Actualmente lleva adelante Pulmón Creativo, un laboratorio de innovación que conecta la cultura, la creatividad y las industrias culturales con empresas, organizaciones y territorios, diseñando y ejecutando proyectos que integran valores empresariales con impacto cultural y social sostenible.  Es autor de Pulmón Creativo en Substack.

  • Llevas trabajando desde hace años el concepto de Ciudad Creativa. ¿Qué es una ciudad creativa? y ¿qué has aprendido sobre ello a lo largo del tiempo?

Una ciudad creativa es un ecosistema donde cultura y creatividad funcionan como palanca de desarrollo económico, social y urbano. Se sostiene en políticas de largo plazo que combinan talento, lugares, industrias, gobernanza y relato. Lo más efectivo que he visto sucede cuando la estrategia baja al territorio y trabaja barrio por barrio; cuando se privilegia la continuidad por sobre el evento aislado; cuando la gobernanza mezcla Estado, sector privado, academia y sociedad civil con reglas claras y métricas; cuando se equilibra infraestructura dura (espacios, distritos) con la blanda (formación, aceleración, compras públicas, exportación); y cuando la equidad y la proximidad garantizan que más personas accedan a oportunidades culturales y a ingresos derivados de la creatividad.

  • Presentas en el Substack Pulmón Creativo una serie de arquetipos de Ciudades Creativas… ¿puedes contar de qué se trata?

El newsletter Pulmón Creativo es un espacio en el que busco explorar cada semana tópicos vinculados a las industrias creativas. No tengo la pretensión de constituirlo en un espacio de corte académico, justamente para preservar a la curiosidad como motor. Hago esa aclaración como introducción a mi respuesta, ya que la caracterización que desarrollo es precisamente exploratoria.

En Pulmón Creativo propongo una tipología práctica de Ciudades Creativas que sirve para ordenar prioridades y orientar decisiones. Hablo de la Ciudad Laboratorio, que usa el territorio como “sandbox” para prototipar políticas y programas; de la Red de Barrios Creativos, que distribuye producción y circulación en nodos capilares; de la Ciudad-Evento, que activa grandes hitos (festivales, ferias, residencias) con plan de “día después”; de la Ciudad Patrimonio Vivo, que pone a trabajar oficios, memoria e identidad en clave contemporánea; de la Ciudad Maker & Diseño, que impulsa cadenas cortas, fabricación digital y servicios creativos; de la Ciudad Gastronómica, que convierte su cocina en política de desarrollo; de la Ciudad Film-Friendly & Audiovisual, que simplifica permisos e incentivos para rodajes y posproducción; y de la Ciudad Música & Nocturnidad, que regula inteligentemente la noche como motor económico, cultural y comunitario.

Esta tipología se nutre de casos que vengo investigando en el newsletter: por ejemplo, la estrategia gastronómica de Perú como política de Estado que integra identidad, alianzas público-privadas y marca país; las adaptaciones y el enfoque transmedia—como la relectura de El Eternauta—que muestran cómo relatos locales pueden traducirse a nuevos formatos y audiencias; los rodajes y políticas film-friendly que actúan como “infraestructura blanda” al movilizar empleo técnico, hotelería y proyección territorial; y las escenas musicales y la economía de la nocturnidad, donde mapear circuitos, profesionalizar salas y diseñar reglas claras convierte a la ciudad en playlist, archivo y escenario a la vez. En síntesis, no es un mapa cerrado sino un marco vivo para que cada territorio identifique su combinación propia de identidad, capacidad productiva y gobernanza.

  • ¿Qué tipo y ámbitos de política pública incentivan la economía creativa? y cuáles juegan en contra? 

Funcionan mejor las combinaciones que integran formación técnica y de negocios, financiamiento mixto y previsible, ventanilla única y simplificación de trámites, compras públicas que demanden diseño y contenidos, incentivos fiscales acotados y estables, infraestructura con programas (hubs, residencias, aceleración, internacionalización), observatorios que midan empleo y PBI sectorial, y marcos de propiedad intelectual claros y modernos. Juegan en contra la intermitencia presupuestaria, la burocracia que encarece tiempos y costos, las regulaciones punitivas sobre el espacio público y la nocturnidad, la inseguridad jurídica, los impuestos distorsivos sin crédito accesible y la falta de conectividad y datos.

  • ¿Qué aprendizajes tuviste desde tu paso como ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y viceministro de Cultura de Argentina? 

Mi mayor aprendizaje en gestión —tanto en la Ciudad como en la Nación— es que la cultura transforma cuando se vuelve accesible, cercana y medible. Por eso es clave poner el foco en el “metro cuadrado cultural”, es decir, en la participación cultural activa de toda la ciudadanía.

Otra lección clave: trabajar con todo el ecosistema cultural y creativo, promoviendo particularmente a la cultura independiente para lograr mayor diversidad y mayor participación. Simplificar, cuidar y promover al ecosistema independiente cambia la realidad. Con la Ley de Espacios Culturales Independientes (ECI) en la Ciudad de Buenos Aires hicimos más fácil y claro habilitar espacios de hasta 300 personas y 500 m². También promovimos al sector a través de un sinfín de iniciativas, como el Mes de la Cultura Independiente o el proyecto Abasto Barrio Cultural. 

También comprobé el valor de combinar normativa con incentivos inteligentes: el programa BA Producción Audiovisual —primer cash rebate del país— es un ejemplo de política exitosa que ha sido consolidado por la nueva gestión.

 Aprendimos, además, que las políticas de demanda son herramientas potentes de inclusión y de desarrollo sectorial. Con el Pase Cultural, política cultural pionera lanzada en 2018, más de 40.000 jóvenes de escuelas públicas tuvieron crédito para elegir qué y cómo consumir cultura; la mitad incorporó prácticas que antes no realizaba y el programa ayudó a crear nuevos públicos y más ingresos para los emprendimientos culturales. 

Finalmente, entendí que la cultura es disfrute y bienestar, pero también desarrollo económico y orgullo cívico cuando se teje en red. Fortalecimos herramientas como Mecenazgo —que financió miles de proyectos—, impulsamos la digitalización y la formación profesional, y apostamos por distritos y equipamientos estratégicos (del Moderno y la Usina del Arte a la reapertura del Cine Teatro El Plata), elevando la vara de calidad y la pertenencia barrial. Ese conjunto de decisiones —acceso medible, descentralización real, marcos normativos amigables, incentivos a la inversión y políticas de demanda— es lo que, en mi experiencia, convierte una agenda cultural en política pública transformadora. 

  • Sobre articulación: ¿Qué atributos tiene el trabajo en red entre territorios?

El Abasto me enseñó que el trabajo en red funciona cuando el territorio se trata como un bien común y la gobernanza es mixta: vecinos, espacios independientes, comercios y Estado con una agenda compartida y decisiones co-diseñadas. Convertimos el espacio público en infraestructura cultural —peatonalizaciones regulares, programación “puertas afuera” y mejoras urbanas como Guardia Vieja, Zelaya y el Corredor Biocultural de Agüero—, conectando cultura, comercio de cercanía y turismo. La alta participación de espacios del barrio y la llegada de nuevos públicos mostraron que la red crece con reglas simples, continuidad y alianzas (incluido el apoyo de empresas a intervenciones puntuales). Medimos acceso y diversidad para ajustar, y la validación externa —como el premio CGLU–Ciudad de México–Cultura 21— ayudó a documentar y replicar. En síntesis: gobernanza compartida desde el inicio, espacio público como plataforma, programación sostenida, alianzas multiactor y métricas para iterar; esos son los atributos que me llevo para articular redes entre territorios.

Entrevista realizada por María José Hess, agosto 2025.

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